DEVENIR,FLUIR SIN HUIR ᚢ ᛏ ᛟ Δ

Durante siglos, me negué el lujo de escucharme, de hacer introspección y mucho menos de plasmarlo por escrito. Escribir parecía otorgarle poder y dominio a mis pensamientos sobre mi vida. La excusa cómoda y rápida era la falta de tiempo, la realidad , el silencio de los pensamientos. ¿ Qué fue lo que realmente me impulsó al cambio?

El verdadero detonante fue enfrentarme cara a cara con mis miedos más profundos y decidir desafiarlos. Miedos insignificantes pero limitantes que nos mantienen prisioneros del temor, una esclavitud persistente que nos consume mientras la vida se escapa entre nuestros dedos. Una espiral de miedo irracional, heredado y continuamente invocado, que se instala en cada poro de nuestra piel y se convierte en parte de nuestro ser.

Supongo que llega un momento en la vida en que decides escuchar a tu cuerpo más allá de la lógica y la razón… decides prestar atención al origen de tus pensamientos recurrentes y  te preguntas quién eres, qué quieres y qué esperas de la vida.¿Bajo qué legado serás recordado?

Desde que era niña, me he preguntado cuál era mi propósito en la vida, qué papel quería desempeñar y cómo iba a lograrlo. El enojo y la rabia ante la impotencia de no saber, la incertidumbre de una realidad que aún no existe y la búsqueda de un control absoluto bajo el prisma de la racionalidad. 

¿Qué marca la diferencia entre el antes y el ahora?

El momento en que te dicen que tienes metástasis y que has malgastado tu vida siguiendo las expectativas del sistema, vendiendo tu alma, tu espíritu, tu esencia. La luz que llevas dentro se mantiene apagada, privada de oxígeno por temor a deslumbrar... no vaya a ser que pudieran quedar cegados… toda mi vida ha estado marcada por la lucha constante, la  acción reacción, la ejecución sin pausa, resolutivamente ineficaz… ¿Me arrepiento de las decisiones hasta ahora tomadas? No, aunque algunas pesen por la  culpa y el exceso de ego inconsciente. ¿Qué consideramos un error? ¿ Un error basado en el resultado y el éxito? Ahora puedo decir,  cansada y exhausta, que no tengo miedo de perder en intentos por demostrar o convencer. 

La verdadera libertad y felicidad están en admitir que somos capaces de lidiar con el dolor, de renacer después de la muerte. Los miedos no deben afrontarse, sino tomarse. Es en la aceptación de nuestra vulnerabilidad donde reside la verdadera fuerza.